Junio 10, 2020 | Consejos,
Padecer tristeza no es lo mismo que padecer depresión. Nos pega la tristeza cuando fallece alguna persona apreciada, o cuando nos separamos de un ser querido por un viaje o por diferencias, o cuando perdemos el trabajo o una cantidad de dinero. Pero es normal y hasta sano reaccionar con esa emoción. Lo malo es cuando a esa tristeza no podemos vencerla y se nos altera así nuestra vida laboral, personal y familiar. Esa tristeza podría ser parte de una depresión. ¡Cuidado con esa enfermedad!
Alberto Gil
Todos, en alguna etapa de nuestra vida, hemos sufrido de depresión.
Y ahora que estamos en casa por la situación de la pandemia, es fácil que podamos caer en depresión, ya que es uno de los males más comunes de nuestros días.
La depresión es una enfermedad cada vez más presente en nuestra vida cotidiana. Es una enfermedad del estado de ánimo, de la afectividad, caracterizada, sobre todo, por una tristeza profunda que no se corresponde con la situación real que se está viviendo.
La depresión es un trastorno del sistema nervioso central que, junto con las glándulas endocrinas, provoca un desequilibrio de sustancias químicas.
La depresión puede ser de dos tipos:
Endógena.- Significa que nace de dentro. No responde a una causa concreta. No se puede controlar, y el peligro de suicidio aumenta según la enfermedad persiste. También hay pérdida de autoestima.
Exógena.- Nace de una causa externa y evidente. Por ejemplo, la muerte de un ser querido, una separación. Es, en principio, una reacción sana y lógica: el dolor puede evitar una futura neurosis. Pero si se prolonga demasiado se puede convertir en crónica. Aquí no se tiene apetito, disminuyen los deseos, pero existe interés.
Si los síntomas se prolongan, hay que acudir a un médico.
Aquí te vamos a dar algunos consejos para ganarle la partida a la depresión:
1.- No te centres en tener. Lo más valioso es el ser, pero en la sociedad actual nos inculcan la ideas de triunfo y fracaso de una forma materialista, y ‘triunfar’ ahora significa ‘tener’. Poco se habla del ser, cuando en realidad es los único que puede acercarnos a la felicidad.
Lo material es efímero y temporal. Ningún objeto material, nada de lo que poseemos, es más importante de los que somos. Para muchos de nosotros las riquezas materiales representan un reflejo de nuestra propia vida. Asociamos las posesiones con nuestra propia identidad e imagen, pues cuantas más pertenencias tenemos, más seguros y realizados nos sentimos.
¿Te has puesto a pensar cuántas cosas superfluas tienes, aunque no te hagan falta?
2.- No seas egocéntrico. Un egocéntrico rechaza todo lo que no concuerda con su punto de vista. Se pierde de las aportaciones, valores y apreciaciones de la gente que lo rodea y que podrían enriquecerle. Ser ético es ponerte en los zapatos del otro y considerar sus opiniones. La ética nos hace ser prudentes: nos obliga a preguntarnos si nuestra forma de obrar es asumible por los demás, y sobre todo, por nosotros mismos.
Si atiendes las necesidades de los demás, obtienes una gran sensación de satisfacción.
3.- Conoce tu auténtico Yo. Solamente así serás feliz. La alegría duradera solo puede llegar cuando dejamos que aflore nuestro Yo auténtico. Pregúntate: ¿Qué significa para mí una vida realizada? ¿qué tengo que hacer y quién necesito ser para sentirme auténticamente yo? ¿vivo mi propia vida o como me lo dicta mi familia y la sociedad?
No todo el mundo consigue elegir su propia forma de vida. Sin embargo, todos podemos encontrar formas de expresarnos auténticamente.
Sabrás que has descubierto esa expresión auténtica de ti mismo cuando te sientas en sintonía contigo, con lo que haces, con cómo vives.
