Noviembre 6, 2020 | Consejos,
Utilizada en abundancia por los aztecas, los españoles prohibieron el consumo de la chía para ser sustituida por granos del viejo mundo. Sin embargo, en fechas recientes esta semillita oscura y mexicana ha acaparado la atención del mundo por sus apreciadas propiedades nutricionales. Además de que no es cara ni tiene sabor fuerte, su consumo ha renacido de modo notorio para una variedad amplia de bebidas y comidas.
Rafael Sosa de Santiago
Contiene 5 veces más calcio asimilable que la leche, 3 veces más antioxidantes que los arándanos, 2 veces más potasio que los plátanos, 7 veces más Omega 3 que el salmón.
Posee más proteína que la soya.
Es el alimento con mayor contenido de fibra: 3 veces más que el propio salvado, 3 veces más hierro que las espinacas.
No contiene gluten.
Es una aportación de México al mundo –su nombre significa “fuerza” en idioma maya–, y sólo hasta hace poco ha acaparado la atención del mundo, más por su beneficios en el control de peso que por sus indiscutibles dotes alimenticias, que lo colocan como un alimento en verdad mágico.
Estoy hablando de la chía, alimento prehispánico que a la llegada de los españoles era muy cultivado en México, casi a la par del maíz y el frijol.
A la chía se le conocía como “la comida para correr”, ya que los mensajeros aztecas podían correr todo el día con tomar tan sólo un puñado de esta semilla.
Desafortunadamente, los españoles prohibieron su consumo para romper los lazos culturales y facilitar la conquista del hasta entonces imperio azteca. Luego, con la llegada de los granos traídos por los españoles –trigo, avena, arroz, centeno, etc.– la chía fue desapareciendo de las cocinas criollas y mestizas… hasta casi extinguirse.
El 50% de esta semilla está conformado por hidratos de carbono y fibra, y al contacto con el agua esta semilla suelta “mucílago”, es decir, una especie de gel que rodea la semilla, el cual la protege de los jugos gástricos del estómago, haciendo más lenta su digestión y por lo tanto la absorción de sus carbohidratos, lo que la convierte en una comida saludable, muy apropiada para los diabéticos debido a su bajo índice glucémico que ayuda a controlar los picos de glucosa en la sangre.
Debido a su alta absorción de agua –una cucharada de chía en un vaso con agua se convierte en unos pocos minutos en gel– ofrece rápidamente sensación de saciedad, de tal manera que se utiliza como auxiliar para el control de peso.
Se puede tomar en agua de sabor o jugos.
Dejando que la semilla se hidrate por unos minutos sirve también como acompañante en ensaladas.
Asimismo se puede tostar en una sartén, moler y mezclar con limonada para hacer un “jugo de chía”.
¡Se puede usar como empanizador!: sólo cambia el pan molido por semillas enteras de chía, pasa la carne por huevo batido, cúbrela con chía, fríe y sabrás lo que es un pollo o pescado crujiente.
La chía no tiene gusto fuerte, que enmascare el sabor del platillo, pero sí muchas propiedades nutritivas que lo hacen un perfecto complemento para crear una verdadera comida saludable.
Prueba la chía.
Disfrútala. Nota sus beneficios.
