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En México celebramos la muerte con un altar lleno de vida

Septiembre 22, 2022   |   Sin categoría,

En México celebramos la muerte con un altar lleno de vida

Colorido, flores, antojitos, fotografías, recuerdos y todo aquello que hace que nuestros difuntos se den una vuelta a la casa de los vivos. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró en 2008 la Festividad del Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, dada su importancia y significado, por ser una expresión tradicional, contemporánea, viviente, integradora, representativa y comunitaria de la cultura mexicana. Se considera una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido, y la vida sobre la muerte.

 

Virginia Lara Valle

El Día de Muertos es una celebración con orígenes prehispánicos mezclada con el cristianismo que trajo la Conquista. Implica el retorno transitorio de las almas de los fieles difuntos, quienes llegan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con sus familiares y alimentar su espíritu con todo aquello que durante su vida les hacía feliz: mole, tequila, tamales, atole… y hasta unos cigarros, que son ofrecidos en los altares en su memoria, una festividad llena de sincretismo que ha trascendido países e idiomas y que actualmente es reconocida más allá de nuestras fronteras.

 

celebramos la muerte

Calaveritas de azúcar. Técnica alfeñique.

 

En la celebración de Día de Muertos la muerte no representa una ausencia sino una presencia viva que se materializa en el altar. Es una celebración de gran trascendencia popular con diversos significados, desde religiosos, sociales, históricos y filosóficos, hasta materiales.

Su origen es una amalgama de los ritos religiosos católicos traídos por los misioneros españoles y la conmemoración del día de muertos que los indígenas realizaban desde los tiempos prehispánicos. Desde entonces, cambiaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo de la cosecha del maíz, pilar de la alimentación mesoamericana.

Calavera Garbancera, bautizada por Diego Rivera como La Catrina, grabado de José Guadalupe Posada, 1912.

 

La festividad se lleva a cabo los días 1 y 2 de noviembre, celebrando el día 1 de noviembre a Todos los Santos, día dedicado a los “muertos chiquitos” o quienes fallecieron siendo niños; y el 2 de noviembre es el Día de los Fieles Difuntos, es decir, en el que se recuerda a los muertos adultos.

 

celebramos la muerte

Altar de Muertos dedicado al Ing. Jesús Encinas, en Ruba Tijuana, 2018

 

Altar de Muertos dedicado al Ing. Jesús Encinas, en Ruba Tijuana, 2018

En estas fechas las familias colocan altares decorados con las fotografías de los que ya partieron de este mundo, flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, un vaso de agua, las bebidas y platillos de preferencia de quien se recuerda, sal, veladoras, un perrito de cerámica como guía de regreso al inframundo, pan de muerto, mole y tamales para que el difunto venga a celebrar con su familia.

Pan de muerto y flor de cempasúchil.

 

La festividad incluye la visita a los panteones para adornar las tumbas con flores, hacer altares sobre las lápidas e iluminar con veladoras, hacer la guardia o vigilia y hasta música llevar. Lo que es una tradición de gran arraigo especial en lugares como la Alcaldía Tláhuac, en Ciudad de México, donde se encuentra el poblado de San Andrés Mixquic, uno de los sitios más visitados, pues su celebración se apega al máximo a las tradiciones mexicanas de origen.

celebramos la muerte

Panteón de Mixquic en Tláhuac, vigilia del 2 de noviembre, archivo CdMx. https://www.mexicodestinos.com/ciudad-de-mexico/tours/dia-de-muertos-en-san-andres-mixquic.html

 

En estos días también son comunes las calaveritas literarias, que son rimas cortas o versos que toman nombres de personas vivas para ponerlos en circunstancias curiosas o un tanto satíricas ante la muerte como algo ineludible. Las calaveras literarias se hicieron muy común en los años pre-revolucionarios.

Virginia estaba en Ruba, su casa.

Trabajaba contenta y feliz

escribiendo una calaverita

para divertirse y compartir.

 

Sin embargo, la huesuda

ya la esperaba por ahí:

escondida entre escritorios

la acechaba sin parar,

pues sabe que a los de Ruba

en la noche les gusta chambear,

y por llegar tarde a casa

al panteón se la fue a llevar.

 

No perdamos nuestra enorme riqueza mexicana y gigantesca tradición cultural, y para este mes de octubre preparemos un altar para recibir en nuestra casa a quienes se nos adelantaron ya, ofreciéndoles lo que más les gustaba. No se nos vayan a molestar.

 

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