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El mal hábito del filoso cuchillo con punta hacia arriba

Junio 27, 2020   |   Consejos,

¿Te has pinchado un dedo o la palma de la mano al intentar tomar un utensilio del escurridor de trastes, debido a que el tenedor o el afilado cuchillo estaban con la punta hacia arriba? Ese descuido parece tan común y tan eterno en muchos hogares que suena difícil de erradicar. Pero puedes desterrarlo mediante tu fuerza de convicción y tu sentido educador

cuchillo

Alfredo Rivera

 

Entre los muchísimos malos hábitos que en cada familia tenemos, ¿a quién no nos ha tocado sufrir un pinchazo con un tenedor o un cuchillo colocados punta arriba en el escurridor de trastes?

¿Quién es más imprudente y descuidado: la persona que deja recurrentemente en esa posición peligrosa los utensilios; o el que se lesiona sus dedos o manos pero que no acierta a hablar de esos riesgos innecesarios para corregir una condición tan peligrosa?

Por lo general es la mujer de la casa quien lava los trastes, y por ende es ella quien más seguido acomoda en el escurridor los platos, ollas, sartenes, tazas, cucharas, tenedores y cuchillos.

Y también, por lo general, la esposa es a quien le toca servir los platillos, por lo que casi nunca es víctima de un piquetazo al saber ella misma que así los dejó y ahí están.

Pero en un hogar donde acostumbra cada quien servirse… ¡cuidado!

Y, peor, si los niños son los que van por los cubiertos.

Lo más delicado de esto es que ese mal hábito, o costumbre de siempre, pervive casi todos los días, y pareciera que nadie está consciente de advertir o de remediar. Es una omisión para la que no hay corrección.

Aun cuando no existen muchos informes de universidades ni estudios estadísticos y específicos al respecto por parte de agencias de ergonomía, es más lógico suponer que es en la cena cuando mayormente acontecen percances de lesiones punzocortantes en dedos y manos, en parte por la hora –de inicio del relajamiento al término de la jornada de trabajo o de escuela—y en parte por la relativamente escasa iluminación directa sobre el escurridor y los utensilios.

Muchos de los pinchazos no pasan de un leve susto, pero ciertamente habrá incidentes en que las yemas de los dedos resultan con sangrado, y algunas –muy poco frecuentes—de cortadura severa al grado de afectar algún nervio.

¿Cómo podemos prevenir esos inseguros detalles, tan sencillos pero tan riesgosos, y sobre todo tan persistentes?

Aunque en cada hogar, cada familia tiene un mayor o menor grado de confianza y comunicación, estos pequeños y muy sencillos consejos bien podrían ser aplicables a la mayoría:

cuchillo

-Si eres el hijo o el esposo y cuando vas a tomar el utensilio te percatas que hay tenedores o cuchillos parados, reacomódalos con las puntas hacia abajo en el mismo escurridor, o guárdalos ya secados en la charola respectiva. Corregir la situación peligrosa es lo primero, pues tú la pudiste ver y prevenir, pero quién sabe los demás.

-En la mayoría de los hogares no es conveniente comentar el tema ni antes ni durante el disfrute de alimentos, pues podría malograr el ambiente de armonía en la convivencia.

-La sobremesa o los intermedios de relax –al ver tele, escuchar música, o en la lectura del diario o de portales de internet, o en el reposo– pueden ser los mejores momentos para un comentario breve, amable, sin culpar, sin agredir. Reclamar airadamente sólo podría agravar la tensión y el ambiente.

-Si acaso te cortaste por vez primera o por seguida ocasión, reprime tu ira, hazte la curación en el dedo o la palma para evitar sangrado o infección, y pide a la persona responsable que te auxilie y de alguna manera sienta responsabilidad, empatía e intención de corregir ese mal hábito.

-Un ingenioso letrerito preventivo en la zona de cubiertos –con algo así como “¡Cuidado!: cuchillos filosos y parados”—es recomendable a colocarse durante solamente unos días para que no pierda su novedad.

-Si no te has cortado aún pero deseas prevenir que a alguien –a niños o al mismo cónyuge– le pueda suceder un accidente, primero corrige físicamente la posición de los cubiertos y trata de abordar el tema. Pero hazlo mentalizado sin que achaques culpas ni externes insultos.

-Si apoyas con la lavada de trastes, ten presente en poner los cubiertos con los mangos hacia arriba, o colocarlos sobre un trapo hasta que se sequen, y luego ya los guardas. Eso es empezar desde cero.

 

Protege a los tuyos y protégete a ti mismo. Vence ese mal hábito mediante el sentido educador y con tu amable y enorme poder de convencimiento.

 

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