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¿Cuáles enfermedades sufren tus mascotas?

Octubre 8, 2020   |   Consejos,

Las mascotas –ya sea un perro, un gato, un conejo, un hurón…– llegan a nuestra casa para brindarnos nobleza, compañía y mucha alegría, ya que nos apegamos tanto a ellas que de hecho forman parte de nuestra familia. Además de enfermedades ordinarias que les agobian, existen unas potencialmente graves y no tan raras, tales como la piometra… o la misma diabetes que nos aqueja a los humanos. De ahí que sea importante llevarlas a consulta preventiva con el médico veterinario zootecnista.

   

Sandra García Badillo.

–Artículo dedicado a Vaca (con todo mi amor), Lancelot, Titi, Titita, Lobo y Chester

 

La piometra en perras, gatas y conejas.

La piometra es una enfermedad en las perras originada por una infección en el útero y acumulación de secreciones y pus en su interior. Es muy frecuente en las perras que han alcanzado la madurez sexual.

Pero también afecta a las hembras de gato, hurón, conejo y cobayas.

Se trata de una enfermedad grave y muy rápida, de consecuencias potencialmente mortales si no se trata a tiempo.

Es muy parecida a una apendicitis porque en ambos casos se presenta acumulación de pus.

Se origina o se puede dar cuando las perras alcanzan su pubertad, esto quiere decir, entre los 6 y los 12 meses, que es cuando presentan el primer celo. El celo se repite a partir de entonces con intervalos que oscilan entre 4 y 12 meses, siendo la media cada 6 meses.

 

Diabetes mellitus en perros.

En la diabetes mellitus, la Tipo 1 o la Tipo 2, el páncreas no produce –o produce muy poca– insulina, o las células del cuerpo no responden normalmente a la insulina que se genera.

De la manera más increíble, la vida de las mascotas va ligada a nosotros. Nuestras mascotas, además de que son seres que influyen en nuestra vida, son quienes también nos acompañan  por un largo tiempo y por lo mismo son muy queridos por cada uno de nosotros.

No cualquiera tiene la economía para poder atender a sus mascotas, pero es importante conocer algunas de estas enfermedades que podrían causarles la muerte.

Hace unos años llegaron a la casa de mi hermana 2 cachorros de raza French Poodle, madre e hija, que no tendrían más de 2 años y 6 meses. Sus dueños las habían regalado, ya que tenían miedo de que las dañara o matara un perro bulldog inglés que vivía en la misma casa, como ya había sucedido con la hermana de la mayor.

 

Rápidamente estos animalitos se ganaron el amor y el cariño de la familia.

En esta casa ya existían un perro de la misma raza de nombre Lancelot que le habían regalado a mi sobrina al cumplir 15 años. Transcurre la vida normal y llena de recuerdos, cariño excesivo para estos seres, extremo cuidado para éstos, de techo, alimento e higiene, además de sus visitas al veterinario. Pero, fatal error, mi hermana evitaba la cruza de estos cachorros: no sabía que podrían contraer enfermedades tales como la diabetes mellitus y la piometra, por mencionar sólo dos de ellas.

Siempre nos reíamos y jugábamos con Lancelot y decíamos que era “el eterno virgen”. Yo pensaba que mi hermana no hablaba en serio, pero ahora veo que sí. Solía decir: “No quiero cachorros regados de mis perros”. Y así, tristemente, un día Lancelot enfermó de diabetes mellitus, cuya noticia nos sorprendió con el diagnóstico del médico veterinario. Esta raza, por lo común, según lo que explicó el veterinario, es muy inquieta y un poco o mucho irritable; y por eso es más propensa a esta enfermedad. Por lo mismo, la insulina llega en el momento que su páncreas no la produce o la produce muy poco cuando va en aumento su edad.

También la diabetes y otras enfermedades se pueden dar por problemas de obesidad canina, o a su vez por una “pancreatitis crónica” en términos médicos.

Con tristeza veíamos el deterioro de Lancelot y cómo esta enfermedad se lo estaba acabando. Le tuvieron que amputar su pata delantera izquierda, y aun así ese maravilloso perro seguía vivo. Ya sólo obedecía a los llamados de su dueña.

Mi sobrina, en ese entonces, trabajaba fuera de Saltillo. Y su mamá (mi hermana) tuvo que mandar por ella, ya que el veterinario había dicho que tendrían que sacrificarlo. Aun así y pese a tan grave malestar, este magnífico perro vivió 17 años.

 

Una  de las imágenes más difíciles que he visto es la despedida de mi sobrina y Lancelot.

Después de un tiempo, a la madre Titi –la perrita French Poodle de quien les hablé en un principio–  le detectaron tumores en la matriz; y el veterinario nuevamente dijo que era importante extraerle dichas malformaciones para poder llegar a salvarle la vida. Esta perrita no sobrevivió, a pesar de que mi hermana pagó la operación y le dio extremos cuidados. En la convalecencia la perrita murió, ya que su enfermedad estaba muy avanzada.

Es aquí donde digo: “A veces las personas no contamos con recursos –o no quieren destinar recursos– para llevar nuestras mascotas a un veterinario. Pero ante la cultura y las costumbres ¿qué puedes hacer?”.

Esta enfermedad se pudo prevenir con la cruza o la esterilización de este ser. Puede pasar una vez y aprender de ello, pero dos ya no se puede creer.

Hace unos días visité a mi hermana –como es la mayor, la busco lo más que puedo-, porque dicen que a falta de padres, los hermanos–. Y cuando llego me da una mala noticia: tenía a la perrita Titita operada de la matriz. No quise ser ave de mal agüero, pero sólo alcancé a decirle: “Y ¿para qué la operaste?”. A la perrita le habían detectado piometra y era urgente operarla, si no de todas maneras moriría.

Me tocó ver pasar ya las últimas horas de este hermoso animal. Lo vi morir en los brazos de mi sobrino sin poder hacer nada para ayudarlo. A esta perrita le llamaban también ‘Peter Pan’ porque nunca envejeció: estaba igual de bonita que cuando llegó a la casa de mis sobrinos. Puedo decir que a ellos les sobreviven las mascotas muchos años.

Titi murió de 13 años y Titita de 11 y medio.

Este escrito es un homenaje a Vaca en especial, mi fiel perro que ya no me pudo acompañar a la que hubiera sido nuestra casa.

 

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