Abril 12, 2023 | Estilo de Vida,
Ser efectivos ya no es opción: es una necesidad.
Ana Matán
Cuando pensábamos que la efectividad era suficiente, Stephen Covey –autor de “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”– propone la que sería la tercera dimensión de todos estos hábitos. Una manera de llevar a plenitud todo el esfuerzo realizado en el trabajo personal.
Recordemos que los siete hábitos son: (1) ser proactivo, (2) comenzar con el fin en la mente, (3) poner primero lo primero, (4) pensar ganar–ganar, (5) buscar primero entender, y luego ser entendido, (6) sinergia: el hábito de la cooperación, y por último (7) afilar la sierra.
La intención de estos siete hábitos es lograr la efectividad, pero al mismo tiempo motivar a la acción para ayudar a los demás.
Mientras que los siete hábitos son herramientas o consejos para alcanzar el éxito, el octavo hábito pretende para el individuo una realización y significación de su persona.
El autor estadounidense comparte cómo “ser efectivos ya no es una opción, sino una necesidad” debido a que “esta nueva era exige grandeza”, una grandeza que ha de estar basada fundamentalmente en los principios, los cuales al igual que los valores no son negociables, no tienen nada que ver con la opinión.
“¿Dónde está el norte?”. La respuesta no depende de opiniones, sino de una realidad objetiva. Así los principios, afirma Stephen Covey.
Para conseguir la grandeza propuesta en este octavo hábito habremos de llevar un equilibrio en nuestras cuatro dimensiones: cuerpo (necesidades económicas y físicas), mente (inteligencia y talento), alma (lo que te apasiona y motiva) y espíritu (conciencia, vivir de acuerdo a los principios).
A través de este octavo hábito, Covey busca incentivar al individuo para conocerse a sí mismo, controlarse, darse a los demás, ser disciplinado, hacer ejercicio con regularidad, descansar lo suficiente, contribuir con la sociedad, marcar una diferencia, manejar el estrés y a enseñar todo aquello que vamos aprendiendo; pues dar el paso de la efectividad a la grandeza implica encontrar nuestra voz, y ayudar a los demás a encontrar la suya.